Quiero creer que la supuesta mejora en el salario merecerá la pena. Que el trabajo principalmente es para eso, para ganar el sustento, sobre todo cuando no es vocacional.
Y sí, es cierto. No sólo en la coyuntura actual, si no siempre: disponer de una ocupación remunerada es una bendición.
Pero, ¿qué hacer cuando la sensación, ya a estas alturas de la vida, es de pereza infinita respecto a la readaptación necesaria a un nuevo puesto de trabajo?
Sin embargo, confieso que me traiciona la curiosidad. Y estas ganas innatas de aprender cosas nuevas, aunque sean de gestión de asuntos referidos a… de cuestiones de… de temas relacionados con mundos absolutamente abstrusos para los simples mortales. Digamos que tienen su qué.
Y confieso también que los cursillos de formación han sido interesantes; y conocer la historia de la gestión, su evolución, las dificultades y las mejoras, los avances en los soportes técnicos… Vamos, ¡un mundo, ya os digo!
Y eso, que allá voy. Siempre adelante.
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