Estos días, al levantarme y subir la persiana, puedo leer claramente entre las brumas matutinas que el día será claro y lleno de primavera. Y percibo, después de este primer vistazo, que mi espíritu se despierta con más ganas, con más fuerza, con ansias por salir toda yo a la calle.
Una ducha y un café, y estoy lista para lidiar con lo que me depare el nuevo día. Y ya justo al salir del portal, cuando el día ha levantado completamente, la explosión de aroma, calidez y luz penetra mis sentidos de tal modo que me obliga a detenerme un momento, cerrar los ojos, e inspirar, para disfrutar el momento un instante más.
Cuando se acercan las horas del mediodía, el modo en que el sol acaricia la ciudad nos anticipa el verano, la fiesta, la claridad que resiste el paso de las horas, y nos permite ver, al enfocar la mirada a lo lejos, toda la maravilla de la promesa de la vida flotando en el aire, buscando posarse en el lugar que la espera y la acogerá.
Sí, el polen. Sí, nuestros preciosos plátanos, que puntean y adornan cientos de calles y parques y plazas en nuestra localidad. ¡Qué buena idea haber fabricado este árbol! Porque no es autóctono y, para más inri, es un híbrido, y no se sabe si el mérito hay que atribuírselo a España o a Inglaterra.
Platanus Hispanica, sí, que no da plátanos sino castañas amargas, y que con sólo estos datos ya sería suficiente para sospechar que sus intenciones no pueden ser buenas. Y que en esta época maravillosa del año en que por fin nos desprendemos del frío y de la oscuridad, el amigo lanza por doquier sus semillas provistas de pelillos.
No sólo molestan y ensucian, estas armas peludas, sino que pretenden acabar con parte de la población, supongo que siguiendo un plan previamente establecido en connivencia con las autoridades sanitarias que tienen un evidente problema con las listas de espera.
Pero he de decir que, afortunadamente, dentro del propio sistema está la resistencia, los rebeldes, los que, cuando te sientes morir de asfixia, picor de ojos, tos recurrente, te recetan antihistamínicos, y espráis nasales y ventolín.
Se trata de resistir hasta finales de mayo. O quizá un poco más. Pues eso haremos.
¡Qué bonita es la primavera!