Como algunos ya sabéis, la semana pasada fue mi cumpleaños. Y si tengo que definir con una palabra qué es lo que siento, sin duda alguna diré que gratitud.
Gratitud por un día más de vida que inauguraba un nuevo año para mí, por haber llegado hasta aquí, por haber llegado bien.
Gratitud por mis amigos de facebook que tomaron unos instantes para felicitarme; gratitud por aquellos que, entremezclados con esos, dedicaron amables y generosas palabras respecto a mi persona o mis actividades, levantándome la moral… por si hacía falta o por puro cariño; gratitud por los deseos de bendición que recayeron sobre mí ese día, y por tanta ternura, y tantos besos y abrazos y corazones…
Gratitud por tantos wasaps que no alcancé a contestar, preocupando así a alguna de mis felicitadoras, y por tantos saludos cariñosos en la oficina y regalos inesperados.
Gratitud a mi súperpreciosa familia, cómplices para regalar más felicidad en forma de montaditos exquisitos, pañuelos verdes, cafeteras, fotos y palabras amorosas desde la otra punta del mundo… incluyendo yernos favoritos despistados.
Sé que todo, todo, es en realidad un regalo de quien me ama y me cuida desde siempre, mi Dios asombroso. Sin esperarlo, sin merecerlo… ¡tantas cosas buenas! Eben-ezer…
De nuevo, y siempre, gratitud…
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